Mi pueblo por la igualdad. AFA BIERZO

Durante todo el mes de octubre he desarrollado el proyecto NUESTROS PUEBLOS POR LA IGUALDAD, gestionando la actividad ¿Qué soñamos las mujeres del medio rural?

Para ello acudí a las aulas de AFA BIERZO en Cubillos del Sil, Bembibre, Vega de Valcarce y a través del propio ayuntamiento de Toral de los Vados también tuve la fortuna de reunirme con las mujeres de 3 asociaciones de la localidad.

Hablamos sobre el trabajo invisible de las mujeres de pueblo y entre todas lo hicimos visible recordando a través de sus testimonios emocionados como madrugaban para realizar las labores del campo, dar el alimento al ganado, el almuerzo a los hombres, la comida a los hijos e hijas, a los hermanos y hermanas y las labores de la casa; trabajar luego en la panadería, la carpintería, el bar, la granja, el cine o el taller que regentaban sus padres y maridos. Entre las más mayores, tres trabajaron en la mina escogiendo, lavando o transportando el carbón hasta los camiones. Ninguna cotizó nunca, ninguna tiene pensión de jubilación. Solo una, de todas las mujeres de más edad con las que hablé, salió del pueblo, consiguió estudiar y trabajar en Barcelona durante 30 años como secretaria en una fábrica.

Las mujeres nacidas con posterioridad a 1960 que se quedaron en el pueblo, regentan comercios, trabajan por cuenta ajena y/o trabajan en casa.

¿Cuáles son los sueños de todas ellas? Que las mujeres del medio rural tengan acceso a la educación, trabajen en lo que más les guste y se sigan formando toda la vida; que se queden en el pueblo y creen negocios y llenen la escuela de niños y niñas, o que se vayan, sean libres e independientes, según lo que les apetezca más; que viajen y conozcan otros territorios; que nadie les diga lo que deben o no deben hacer.

Todos estos testimonios se han plasmado en murales, en creaciones artísticas que nos hemos llevado a Medina del Campo, para exponerlas junto a las de otros cientos de mujeres, en una jornada en la que nos hemos sentido escuchadas y visibilizadas, libres, empoderadas y felices.

Todas las mujeres con las que he tenido el gran placer de compartir esta actividad están de acuerdo en que, juntas y desde el pueblo, se puede trabajar por la igualdad entre personas, tanto del mundo rural como de las ciudades; que el ejemplo es la mejor escuela y ellas están dispuestas a seguir dando testimonio, a apoyar a las mujeres que vienen detrás en lo que quieran hacer con sus vidas, a denunciar la violencia de género y otras violencias machistas, a estar ahí para lo que otras necesiten.

Todas miran más por las nuevas generaciones que por ellas mismas, para ellas piden poco. Solicitan a las administraciones que haya médico en el pueblo, farmacia y empleo. Y también piden, algunas calladamente, poder finalizar sus días en el pueblo… , es pueblo del que están orgullosas y al que todo han ofrecido.

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