30 de septiembre de 2025

Cuando la conciliación es el camino

He participado en numerosas conciliaciones privadas.

Los asuntos en los que ha funcionado son variados. Desde un desahucio por falta de pago del alquiler a una familia con tres hijos menores o una reclamación de cantidad por incumplimiento de contrato a una empresa por parte de una comunidad de vecinos, hasta una reclamación por daños en una vivienda particular a una aseguradora todopoderosa.

Diferentes actores y diferentes situaciones. Todos participaron, acompañadas por sus abogados, teniendo un objetivo común cuando empezaron: ver satisfechas sus pretensiones independientemente de lo que pudiese alegar la otra parte.

Todos de acuerdo en no estar de acuerdo.

Cuando trabajas como conciliador privado, ves a las personas y sus intenciones con perspectiva, desde fuera de la contienda. Eso te permite enfocar y poner luz donde se necesita. La preparación previa del asunto, el trato exquisito a todas las personas intervinientes y experiencia de años de aprendizaje te guían. Visualizas el mapa del conflicto y les invitas a hablar, a deshacer los malentendidos que, en el 90% de las ocasiones, planean sobre el litigio. Al inicio la tensión es alta, las palabras duras y los gestos despectivos.

Los abogados que han dado el visto bueno a una conciliación entre sus clientes y los clientes del otro compañero, suelen ayudar a bajar la intensidad de las acusaciones y contribuyen a crear un clima de diálogo.

Y las personas, inmersas ya en la conciliación, encuentran el camino para entenderse. Y cuando se vuelven a enfangar, porque escuchar las pretensiones de los demás tiene idas y venidas, el conciliador les tiende la mano para que se mantengan a salvo y continúen en la negociación. Tú sigues teniendo perspectiva, esa de la que se carece cuando se está en el medio de un conflicto que te fastidia la vida.

Cuando se está llegando al final de la conciliación, generalmente el objetivo común ha cambiado: todos están de acuerdo en aportar la mejor solución para construir el acuerdo. Curiosidades del procedimiento.

A veces son acuerdos de mínimos, igualmente acuerdos que alejan al fantasma de la contienda en los tribunales de justicia.

Excepcionalmente, hay quien decide manejarse con el agua al cuello y no acepta participar en la conciliación que se le ha propuesto o no consiente en dialogar para gestionar conjuntamente las pretensiones de todos. Entonces todo queda en manos del juzgado que vaya a atender el asunto que no se pudo solucionar en la conciliación.

Y en ese juzgado es posible, o no, que se atienda esa pretensión original de quien no se avino a conciliar y también es posible que se lleve una condena en costas (paga a su abogado y al abogado del otro).

Lástima de no haber tomado el buen camino.

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Mediación para gestionar los conflictos hereditarios

No todas las personas dejan un testamento donde explican cómo quieren que se repartan sus
bienes. En otras ocasiones sí hay un testamento pero que fue otorgado hace tantos años que en
el momento del reparto los herederos solo se encuentran con problemas que amenazan el
mantenimiento de los lazos que puedan quedar entre ellos. Incluso testamentos otorgados
recientemente con la mejor disposición y amor hacia los que se quedan pueden resultar trampas
a la hora del reparto.

Hay mil y una situaciones en las que la intervención de una tercera persona neutral e imparcial
puede descongesƟonar un conflicto hereditario. Contando con los abogados y los gestores, en
todo caso imprescindibles para dar el visto bueno a los acuerdos que tomen las personas a las
que asesoran, la figura del mediador resulta fundamental para reequilibrar los intereses y las
necesidades de todos y cada uno.

Hay tantas familias como fórmulas para hacer posible una distribución de los bienes con la que
los herederos se sientan reconfortados.

Cada vez que me encargan la mediación en una herencia reconozco las posturas distanciadas,
los egos dolidos por lo que consideran falta de reconocimiento, egoísmos, traiciones o falsedades
de las personas que forman parte de su familia. Alimentar estas dolorosas situaciones es hacerse
un flaco favor y hacérselo a la memoria de la persona que con esfuerzo y sacrificio te ha dejado
algo de lo que fue suyo y quiso que fuese tuyo a su partida.

Cuanto antes se inicie la mediación más posibilidades hay de resolución exitosa.
Y cada uno a seguir con su vida que bastante complicada es ya como para liarla con más disputas
con la gente que te ha visto crecer.

Elige la mediación para el reparto de los bienes. Sigue formando parte de esa familia en lugar de
distanciarte de ella para siempre. Honra a la persona que ya no está, disfruta de lo que te ha
dejado y vive.

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