Los círculos de diálogo
Acabo de terminar las memorias de los dos programas de Justicia Restaurativa en los que he trabajado como
coordinadora en el 2024. Uno se realizó dentro del Centro Penitenciario de León y el otro, con personas en
libertad, pero condenadas a realizar trabajos en beneficio de la comunidad, se llevó a cabo en la sede de los
Juzgados de Ponferrada.
Los Programas dentro del Centro Penitenciario se realizan con internos e internas seleccionados por su
sensibilización con el sufrimiento de las víctimas de sus delitos, y más cercanos a su propia
responsabilización sobre el daño causado. Los programas con personas que están en libertad persiguen el
mismo objetivo a través de nuestra intervención.
Uno de los objetivos de los programas es que se produzcan encuentros entre estos penados (victimarios) y
víctimas de delitos que deseen hacer uso de este derecho. No se reúnen los victimarios con sus propias
víctimas, sino con víctimas que han sufrido el mismo delito de manos de otras personas; se las denomina
víctimas cruzadas y se cuenta con su participación voluntaria, para procurarles un resarcimiento que no
obtuvieron ni durante el juicio ni con la condena.
Recuerdo el inicio de estos dos programas, sintiendo, como cada año, inquietud, desasosiego, presión… Me
decía (como cada año) que esta sería mi última intervención como coordinadora, que ya era suficiente. Son
experiencias intensas, sobrecogedoras, conmovedoras; al principio siempre hay miradas duras, almas tristes,
gestos desconfiados, palabras amargas en estancias desangeladas. Todo eso cala hondo.
Ahora tengo ante mí dos nuevas experiencias de éxito tras realizar dos Círculos de Diálogo entre víctimas y
penados. Los Círculos se realizan al final de cada programa solo si las personas están preparadas para ello.
Contamos con la participación de dos personas víctimas de delitos y de todas las personas penadas. A las
víctimas siempre se les otorga el protagonismo, por y para ellas se preparan los programas de Justicia
Restaurativa; se arropa su necesidad de obtener respuestas o de hacer preguntas o de contar su dura
experiencia. Con las personas condenadas, llevábamos trabajando ya muchas semanas, ahora llegaba el
momento de poner en práctica todo lo interiorizado sobre la responsabilización, la culpa, la vergüenza, la
reinserción, las ganas de no volver a delinquir, de no decepcionarse a sí mismos ni a nadie más.
Preparamos el Círculo entre todos, ese fue el pegamento que nos unió y nos hizo confiar. El día fijado, a la
hora fijada, todo funcionó. Las facilitadoras nos mantuvimos en segundo plano y los/las protagonistas se
fueron cediendo la palabra con un respeto mutuo inmenso que dio paso a una inesperada naturalidad:
personas hablando con personas, miradas sosteniendo miradas, silencios acogedores, voces emocionadas,
ojos humedecidos, humanidad.
Las contestaciones de las personas penadas se fueron sucediendo dando respuesta a las preguntas, las
dudas, los reproches, las inseguridades, las inquietudes de las víctimas. Primaban las ganas de arroparlas, de
protegerlas, de ofrecerles respuestas, de consolarlas, de estar a la altura.
Y las víctimas se sintieron un poco menos víctimas y las personas penadas quizás hayan tomado el camino de
la reinserción. Y nosotras iniciamos nuevos talleres de Justicia Restaurativa en el 2025.
Los círculos de diálogo Leer más »